lunes, 18 de noviembre de 2013

Drogas y Alcohol


Las drogas más frecuentes utilizadas por los adolescentes
La accesibilidad de los jóvenes a las bebidas alcohólicas es cada vez mayor, a pesar de las prohibiciones impuestas de su venta a menores. La edad media de inicio en el consumo del alcohol entre los escolares anda entre los 14 y 15 años, las niñas no se quedan muy atrás, aunque consumen cantidades menores.

Un 80% de las muertes que se dan entre adolescentes se deben a causas violentas y dentro de ellas las relacionadas con drogas o alcohol representan el 50%. Existe un mayor porcentaje de suicidio en los adictos a estas sustancias. Además, se consideran los factores familiares de gran importancia en el inicio y curso clínico de la adicción al alcohol y otras drogas, ya que hasta un tercio de los niños tienen su primera oferta de consumo de bebida alcohólica dentro del ambiente familiar.

¿Por qué consumen alcohol los jóvenes? 
La creencia más compartida entre los diferentes grupos de adolescentes y jóvenes, tiene que ver con la asociación, según su opinión, entre el consumo de alcohol y las “consecuencias positivas” que proporciona. Entre estas destacan, una potenciación de la actividad psico-física (alegría, euforia, superación de la timidez y retraimiento, mejoría del estado de ánimo, etc.), posibilidad de diversión e integración dentro del grupo de amigos donde la mayoría consumen.

En la medida que el alcohol proporciona a los jóvenes una serie de efectos o consecuencias positivas, y los interpretan como un beneficio, dichos efectos se convierten en motivo de consumo. La juventud, como regla general, no asocia el consumo de alcohol con problemas que de él pueden derivarse, ellos esperan del alcohol cambios positivos globales (facilitador de expresividad emocional, desinhibidor y potenciador de las relaciones sociales, etc.), y a la vez no creen que dicha sustancia tenga consecuencias negativas, influyendo considerablemente en un mayor consumo durante el fin de semana, donde las relaciones interpersonales se intensifican. Por eso anticipar los “efectos positivos” y no las verdaderas consecuencias negativas, conlleva a que se produzca un mayor consumo social.



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